jueves, 2 de junio de 2016

Lord Byron y su Epitafio para un perro.

Un 2 de junio pero de 1983, mientras realizaba un patrullaje junto al Suboficial Luis Sibert en la intersección de la calle Lastra y avenida General Paz, muere en acción Chonino, ovejero alemán que había ingresado a la Policía Federal en 1977, desempeñando sus tareas con bravura y coraje inigualabbles. Unos años más tarde, por pedido expreso de la escritora y periodista Cora Cané (junto al apoyo de sus lectores) y en homenaje a Chonino se conmemora todos los 2 de junio en nuestro país el "Día Nacional del Perro".

¿Y eso qué tiene que ver con SirBooks?, se preguntarán nuestro lectores. Bueno, esta celebración nos sirve como "excusa" para compartirles una amorosa historia que tiene como protagonistas estelares al poeta romántico Lordy Byron y su amado perro Boatswain.


George Gordon Byron (nacido el 28 de enero 1788; muerto en Missolonghi -Grecia- el 19 de abril de 1824) fue un poeta inglés y es considerado como uno de los más importante representantes del romanticismo. Además de su obra (mayormente poesía) Byron sobresale de entre sus contemporáneos por varios sucesos extravagantes que lo tuvieron como protagonista. 


Superando un defecto físico que acarreaba desde su nacimiento (deformidad en uno de sus pies que le produjo cojera de por vida -era patihendido-) se convirtió en atleta, destacándose en una de sus grandes pasiones: la natación. En cierta ocasión, cruzó a nado el famoso estrecho de Helesponto (o Dardanelos), de unos 1960 metros de ancho, sólo para probar que era posible cruzar nadando de Abydos a Sestos y rememorar de esa manera el mito de Hero y Leandro, quien atravesaba el estrecho todas la noches para encontrarse con su amada.

Otro momento que lo tuvo como protagonista (siempre dejando de lado su obra poética o sus propios escritos, como hemos señalado) tiene que ver con Mary Shelley y la creación de una de las novelas más reconocidas mundialmente: Frankenstein (o el moderno prometeo). Se cuenta que una noche de verano de 1816, Mary y su hermano Percy compartían estadía en la casa de Lord Byron en Villa Dodiatti (Suiza), junto al médico personal de Byron, don John William Polidori. Tras varíos días en el lugar y sin poder regresar a su hogar debido a las temibles condiciones climáticas que se sucedieron, Byron retó a sus amigos a crear la mejor historia de terror que pudieran en un plazo de 24 horas. Si bien sólo Polidori consiguió entregar un relato completo (ni más ni menos que El Vampiro), fue allí cuando a Mary Shelley se le ocurrió la idea de Frankenstein, que luego publicaría con gran suceso, destacándose hoy día como una de las obras cumbres dentro de la ciencia-ficción, gótico o terror.

Pero no nos queremos extender más en cuestiones que aquí no tienen relevancia (y que quizás retomemos en algún otro momento). Lo que aquí nos importa de la vida del bueno de Lord Byron es ni más ni menos que su amor por los animales. En la casa en donde alojó a los hermanos Shelley, por ejemplo, llegó a tener un verdadero zoológico: monos, gallinas, gatos, pavos reales, garzas, cocodirlos, y hasta osos (sí, osos). 

 (Epitafio para un perro, el poema de Byron)
Pero sin dudas, su mascora más querida fue Boatswain, un perro. Y aquí es donde todo comienza a tener sentido! Los cronistas y biógrafos coinciden en señala que el terranova que le regalaron de cachorro y que lo acompañaría durante cinco felices años fue su más fiel amigo y Byron se mostraba dichoso junto a él.

En cierta ocasión, cuando regresaban de un paseo en barco, Boatswain cayó al agua por accidente. Lord Byron le ordenó al capitán que detuviera la macha en ese instante para rescatar a su adorado perro. Odioso como pocos, el capitán le contestó que por reglamento el barco sólo podía demorarse si era un hombre el que había caído al agua. Sin dudarlo un momento, Byron se zambulló al instante para ir en busca de Boatswain, y desde el agua le gritó al capitán: "cumpla con el reglamento señor". Y así, logró salvar su vida y la de su querida mascota.

El 18 de noviembre de 1808, tras enfermar de rabia, Boatswain murió. Lord Byron mandó a constuir un precioso monumento para su amado perro en los jardines de su hogar y reclamó que al morir lo enterraran junto a él. Además, y he aquí los que nos convoca para celebrar el Día Nacional del Perro, le escribió unos de sus más bellos poemas, intitulado "Epitaph to a dog" (Epitafio para un perro)", que lo compartimos de manera completa: 

Near this Spot
are deposited the Remains of one
who possessed Beauty without Vanity,
Strength without Insolence,
Courage without Ferocity,
and all the virtues of Man without his Vices.

This praise, which would be unmeaning Flattery
if inscribed over human Ashes,
is but a just tribute to the Memory of
Boatswain, a Dog
who was born in Newfoundland May 1803
and died at Newstead Nov. 18th, 1808.

When some proud Son of Man returns to Earth,
Unknown to Glory, but upheld by Birth,
The sculptor’s art exhausts the pomp of woe,
And storied urns record who rests below.
When all is done, upon the Tomb is seen,
Not what he was, but what he should have been.

But the poor Dog, in life the firmest friend,
The first to welcome, foremost to defend,
Whose honest heart is still his Master’s own,
Who labours, fights, lives, breathes for him alone,
Unhonoured falls, unnoticed all his worth,
Denied in heaven the Soul he held on earth –
While man, vain insect! hopes to be forgiven,
And claims himself a sole exclusive heaven.

Oh man! thou feeble tenant of an hour,
Debased by slavery, or corrupt by power –
Who knows thee well, must quit thee with disgust,
Degraded mass of animated dust!
Thy love is lust, thy friendship all a cheat,
Thy tongue hypocrisy, thy heart deceit!

By nature vile, ennobled but by name,
Each kindred brute might bid thee blush for shame.
Ye, who behold perchance this simple urn,
Pass on – it honours none you wish to mourn.
To mark a friend’s remains these stones arise; 
I never knew but one -- and here he lies.

 

En castellano: traducido por Analía Muñoz (gracias!)

Cerca de este lugar
reposan los restos de un ser
que poseyó la belleza sin la vanidad,
la fuerza sin la insolencia,
el valor sin la ferocidad,
y todas las virtudes del hombre sin sus vicios.

Este elogio, que constituiría una absurda lisonja
si estuviera escrito sobre cenizas humanas,
no es más que un justo tributo a la memoria de
Boatswain, un perro
nacido en Newfoundland, en mayo de 1803
y muerto en Newstead Abbey, el 18 de noviembre de 1808.

Cuando algún orgulloso humano regresa a la Tierra,
Desconocido para la Gloria, pero ayudado por su nacimiento
El arte del escultor agota las pompas de dolor
Y los ataúdes conmemoran a quienes descansan allí.
Cuando todo terminó, sobre la tumba se ve
no lo que él fue, sino lo que debió haber sido.

Pero el pobre Perro, en vida el amigo más fiel,
el primero en saludarte, el más dispuesto a defenderte
Cuyo honesto corazón es propiedad de su dueño
Quien trabaja, pelea, vive, respira por él
Cae sin honores, sin que nadie note su valía,
Y el alma que lo acompañó en la Tierra es rechazada en el Cielo
mientras que el hombre, ¡vano insecto!, desea ser perdonado,
Y reclama un Cielo exclusivo para él.

¡Tú, hombre! Débil inquilino de una hora
Desmoralizado por la esclavitud, corrompido por el poder
Quien te conozca bien se alejará de ti con disgusto
¡Masa degradada de polvo animado!
¡Tu amor es lujuria, tu amistad es un engaño,
Tu lengua es hipocresía, tu corazón es una mentira!

Vil por naturaleza, tu nobleza es sólo de nombre
cualquier bestia gentil puede hacerte sonrojar por la vergüenza.
Tú, a quien el azar ha traído ante esta simple urna,
sigue de largo, ella no se levanta en honor de nadie a quien quieras llorar.
Estas piedras se levantan para señalar los restos de un amigo; 
solo uno conocí y aquí yace.


Como yapa, ACÁ pueden escuchar el poema en idioma original.


Saludos.
SirThomas.

6 comentarios:

Graciela Susana Silva dijo...

Escudriña en el alma humana de forma certera, toda una pieza de verdad.

Graciela Susana Silva.

Unknown dijo...

Excelente traducción de una obra maestra de la literatura y sin duda, el mejor homenaje a nuestros compañeros más íntimos, nuestros perros.

Unknown dijo...

Que maravilla de esprecion de amor por valores tan altos encarnados en un noble animal el perro

Unknown dijo...

Realmente me conmovió! Es un bello homenaje. Para los que amamos los perritos, es un gesto de amor enorme!!!🥰🥰🥰🥰

Anónimo dijo...

Es una realidad el perro es el mejor amigo, y perderse en la mirada de tu perro escudriña el alma ...

Anónimo dijo...

Mi perra Blanca dejó su cuerpo ayer, y suscribo cada una de las palabras de este gran epitafio de Byron. Amor incondicional, valor, paciencia, y todas las virtudes a las que los hombres y mujeres solo aspiran.
Om Mani Padme Hum